Apodado «tigre de la hierba» la mantis religiosa es un gran depredador. Aunque es desconocida, pobla nuestros jardines en el verano, durante su corta vida.
Verde o marrón, la mantis religiosa ( Mantis religiosa ) es un insecto diurno de 6 a 8 cm de largo caracterizado por una cabeza triangular que puede ser rotada 180°, sus ojos salientes y bien separados le dan una muy buena visión de todos los lados. Tres puntos oculares entre sus largas antenas son el asiento del sentido auditivo, capturan las vibraciones del aire producidas por el vuelo de los insectos y permiten una eficiencia de caza aún más importante.
Las patas delanteras de la mantis religiosa están equipadas con púas y ganchos que las convierten en formidables armas ofensivas que pueden desplegarse y arrasar a una víctima en una fracción de segundo. El macho es mucho más pequeño y estrecho que la hembra, pero sus antenas son más largas.
Las mantis pueden volar y moverse relativamente rápido, sin embargo, la hembra, cargada por sus huevos a finales de verano, sólo se moverá en el suelo. Originaria de África, ha colonizado toda la cuenca del Mediterráneo, América del Norte y partes de Asia. Sin embargo, no le gustan las zonas demasiado frías y rara vez se ve en el norte de Francia.
Fuente de alimentación
La mantis religiosa es muy carnívora, esta característica la hace amiga del jardinero que le ayudará a eliminar las orugas, saltamontes y otras langostas devoradoras de jardín.
Sus patas delanteras o «piernas de abducción» pueden desplegarse para caer sobre su víctima en una fracción de segundo. El gancho en la extensión directa de las patas se clava como un arpón en el cuerpo de la víctima. Sólo come presas vivas. Sus mandíbulas son potentes molinillos que le permiten tragar insectos tan grandes como él. Las mantis no sólo cazan cuando tienen hambre, la depredación es un reflejo.
Ciclo de vida
Las larvas de la mantis religiosa eclosionan en primavera, muchas de ellas serán comidas por hormigas y lagartos, las que sobrevivan se parecerán a los adultos pero sin alas ni órganos reproductivos, porque sólo después de una serie de mudas el insecto estará «completo».
Sin embargo, las larvas ya son depredadoras. La reproducción tiene lugar al final del verano, el macho si está vivo y tiene suerte no será devorado por la hembra pero rara vez tiene esta oportunidad.
En septiembre/octubre, la hembra pone de 200 a 300 huevos amarillos y largos que protege con una ooteca, una especie de seda blanca que toma la forma de una estructura laminar y luego se endurece y se vuelve marrón por la oxidación. Lo deposita en una vara fuerte, una piedra o un muro donde permanecerá hasta que eclosione en la primavera.
Con el fin de los días buenos, la vida de la mantis ya ha terminado, dejando que los huevos puestos perpetúen la especie.