El mundo de la apicultura ha estado plagado durante los últimos 30 años por una tasa de mortalidad de las abejas demasiado alta. Esta tasa anormal debe ser una advertencia para proteger no sólo a las abejas sino también, por extensión, a la salud pública y al medio ambiente.
Para una apicultura sostenible…
Un papel esencial
Sabiendo que el 80% de los cultivos dependen directamente de los insectos polinizadores, de los que forma parte la abeja melífera, es necesario tomar conciencia para salvar a las abejas y apoyar al sector apícola, que ya es deficitario a nivel de producción. Más de la mitad de la miel que se consume es, por lo tanto, importada, a pesar de que Francia cuenta con todas las ventajas geográficas y climáticas para ser un importante país apícola.
Las agresiones químicas debidas a los pesticidas, la varoa, las patologías bacterianas y virales, la insuficiencia de recursos alimentarios y la inadecuación de las reinas importadas de otros países por razones económicas, hacen del sector un desastre.
Las derivas de la apicultura
Para producir cada vez más, se han utilizado nuevas variedades de abejas como la «Buckfast», o la abeja italiana y caucásica en detrimento de las poblaciones existentes, como en el caso de la abeja negra. Más productivos, poniendo los huevos más temprano y enjambrando menos, ciertamente tienen muchas cualidades pero no siempre se adaptan al suelo donde se establecen.
Algunas son mucho menos resistentes al frío que las especies nativas y por lo tanto gastan muchas calorías para calentar la colmena en invierno, a diferencia de las abejas locales que han estado idealmente adaptadas durante generaciones. Para estos recién llegados, el hombre lo compensa alimentándolos con jarabe de glucosa para que las reservas invernales no se agoten.
La miel es menos fragante, más industrial, sin olvidar que el etiquetado a veces permanece bastante misterioso sobre el origen de la miel y su verdadera calidad. Así, encontramos mieles procedentes de países donde la sobreproducción implica necesariamente una disminución de la calidad.
Para una apicultura sostenible
La profesión de la apicultura es muy compleja y se requiere una buena formación para criar abejas en las mejores condiciones, pero eso no es todo. La base de la apicultura sigue siendo la biodiversidad vegetal, que se está empobreciendo cada vez más tanto cuantitativa como cualitativamente.
Los desiertos verdes formados por la agricultura intensiva y el uso masivo de plaguicidas son en parte responsables de estos disturbios. Una mejor gestión de la agricultura y una asociación entre los agricultores y los apicultores podrían contribuir a mejorar las cosas.
Al mismo tiempo, las autoridades deben luchar contra la mortalidad de las abejas porque hay poca supervisión sanitaria y pocos medios de prevención y atención contra las enfermedades y los parásitos de las abejas.
La lucha contra el avispón asiático debería desempeñar un papel importante en la salvación de las abejas porque es un depredador muy virulento. Clasificado como «peligro para la salud» por el Ministerio de Agricultura, debe establecerse un plan de control para erradicarlo.
Por último, el retorno a las especies de abejas adaptadas a cada terruño, aunque sean menos productivas, es una buena solución en el marco de la apicultura sostenible.
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