Amenazada de extinción ante la competencia de otras abejas seleccionadas por su productividad, la abeja negra tiene muchos activos y merece ser preservada.
Una abeja negra en una flor Scabiosa atropurpurea en Sète
La abeja negra, una subespecie en peligro de extinción
Adaptada al clima de Europa del Norte, la abeja negra ( Apis mellifera mellifera ) está presente desde Polonia hasta los Pirineos. Ocupando en el pasado un lugar predominante en estas regiones, representa sólo el 10% de las abejas melíferas porque durante mucho tiempo se prefirió a la abeja amarilla italiana y luego a la abeja gris del Cáucaso, más dóciles, más productivas y no muy enjambradoras. Peor aún, estas abejas están siendo sustituidas gradualmente por la Buckfast, que es el resultado de varias hibridaciones y combina todas las cualidades necesarias para la apicultura intensiva.
Sin embargo, la abeja negra, vigorosa, oscura para capturar los rayos del sol, peluda para preservar mejor el polen incluso con mal tiempo, tiene muchas cualidades.
Se ha desplazado porque se pone un poco más tarde que las otras especies, lo que se compensa con un bajo apetito invernal y menores necesidades calóricas gracias a una mejor resistencia al frío . Esta abeja se defiende muy bien sola, sin necesidad de que los humanos la alimenten, lo cual es otra ventaja, sin olvidar que nuestra abeja negra también sabe defenderse de los depredadores mucho mejor que sus hermanas.
Un conservatorio para preservar la abeja negra
Para salvaguardar esta especie tan particular, existen unos quince conservatorios en Francia. La referencia en esta materia es el conservatorio de la isla de Ouessant creado en 1989 en una zona libre de plaguicidas. Aquí, como en el conservatorio de Ile-de-France que tiene 350 colonias, las asociaciones luchan por preservar estas abejas excepcionales.
La selección es natural, las colmenas productivas son tratadas de la misma manera que las menos productivas, no hay preferencia por lo tanto …
La intervención humana se reduce al mínimo, sin la alimentación invernal, sólo las abejas más vigorosas sobrevivirán y darán a luz a cepas adaptadas a condiciones climáticas difíciles.
En estos conservatorios es importante preservar la pureza de la especie evitando el cruce con otras abejas. Para ello, los colmenares se mantienen alejados de otras abejas y se eliminan las reinas no conformes. Todo esto para salvar a esta subespecie que está desapareciendo a pesar de sus muchas cualidades.
Su adaptación al medio ambiente, pero también su capacidad de enjambrazón (por más que se le reproche) o su escasa necesidad de mantenimiento hacen de esta abeja una esperanza de futuro en el marco de la instalación de una apicultura sostenible .