Descuidada durante mucho tiempo o incluso rechazada por los profesionales de la apicultura, la abeja negra está haciendo un fuerte regreso gracias a numerosos conservatorios que quieren salvar a esta especie nativa en peligro de extinción en nuestro territorio.
Una desaparición programada
Sustituida por especies de Italia o del Cáucaso, Apis mellifera mellifera, nuestra abeja negra, está en peligro de desaparecer del paisaje europeo dentro de 15 años. Presente desde hace 10 millones de años en el viejo continente, esta abeja ha sobrevivido, sin embargo, a períodos de glaciación y a muchos tormentos, pero sin contar con el poder destructivo de los seres humanos. Abandonada, maltratada por las prácticas agrícolas y apícolas, sustituida por especies consideradas más interesantes, atacada por los pesticidas y en busca de diversas plantas melíferas, nuestra abeja negra tiende gradualmente a desaparecer.
Cualidades innegables
Sin embargo, esta abeja local, perfectamente adaptada al clima del norte de Europa, tiene muchas cualidades, en particular una muy buena rusticidad y un vigor en la enjambrazón que a veces se considera como una desventaja en la apicultura, pero una bendición en términos de biodiversidad y la supervivencia de la especie. La abeja negra resiste bien al frío y no necesita de la acción humana para alimentarse. No se añade jarabe de glucosa, lo que distorsiona la textura y el sabor de la miel, ni hay gestos de mantenimiento constante para asegurar que esta abeja viva en armonía con su entorno.
Vigoroso y musculoso, su color negro es otro activo que le permite captar un máximo de calor, mientras que su pelo permite que el polen sea transportado incluso en condiciones climáticas difíciles. ¡Una abeja perfectamente adaptada al norte de Europa!
Conservatorios y valles para salvar a la abeja negra
Desde 1989, cuando se creó el primer conservatorio de la abeja negra en la isla de Ouessant, se han puesto en marcha muchos otros proyectos para salvaguardar nuestro patrimonio apícola biológico. Por ejemplo, el conservatorio de Île-de-France, que cuenta con 350 colonias, o el de las Cévennes, creado en 2008, que cuenta con 150 colonias y un gran proyecto, la creación del «Valle de la Abeja Negra». En un territorio de 20 hectáreas en el Parque Nacional de Cévennes, se está haciendo todo lo posible para que la abeja negra se sienta como en casa otra vez!
Así, la tala de arbustos permite replantar un recurso floral muy diversificado, destacando las plantas de miel locales, el viejo castañar, los árboles frutales de la región, todo ello sin ningún tipo de fertilizante o pesticida. El trigo sarraceno se cultiva una vez más por su calidad nutricional y su facilidad de mantenimiento. Interesante para los polinizadores, este pseudo-cereal también sirve como planta forrajera para los animales y produce una harina rica en antioxidantes y proteínas, que además no contiene gluten.
Las colmenas tradicionales hechas de troncos de castaño han sido rehabilitadas. El proyecto prevé utilizar una asociación de adultos discapacitados para hacer nuevas colmenas tradicionales que se colocarán cerca de las del conservatorio.
Una gran aventura que, a largo plazo, no sólo preservará la abeja negra sino también la biodiversidad, reubicando la economía y favoreciendo los cortocircuitos. ¡Un ejemplo a seguir!