Es sorprendentemente crujiente y crujiente, y según las autoridades europeas, todos vamos a entrar en ello algún día: ¡la entomofagia es nuestro futuro! Anímate…
Insectos fritos vendidos en un puesto en Bangkok, Tailandia
Una práctica más común de lo que parece
En todo el mundo, comer insectos es una práctica común en más de 100 países. Ya sea en África, Asia o América Central, casi 2.500 millones de personas se dan regularmente un festín con larvas, hormigas, gusanos, escarabajos o langostas. Hay muchas especies de insectos comestibles: hay no menos de 1.500 especies diferentes… ¡Suficiente para variar los placeres!
¿Por qué las autoridades abogan por esta dieta?
Inicialmente la FAO, es decir, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, luchó para que las poblaciones afectadas por la entomofagia no cambiaran sus hábitos en favor de los del modo de vida occidental, que favorece una dieta carnosa. Con el tiempo, esta organización, seguida de cerca por la Unión Europea, que ha invertido 3 millones de euros en la promoción de este tipo de alimentos, está animando a nuestros países, hasta ahora poco acostumbrados a este tipo de prácticas, a consumir insectos. ¿Pero de dónde viene este repentino encaprichamiento?
El cambio climático de los últimos años y el constante aumento de la población mundial son dos factores determinantes: a este ritmo, los criadores de animales destinados a proporcionar carne ya no podrán producir las cantidades necesarias, por lo que será necesario recurrir a una fuente alternativa de proteínas.
Las granjas de insectos requieren menos recursos de alimentación y poco espacio, y son menos contaminantes. Además, los insectos se reproducen más rápido, más abundantemente y más a menudo que los mamíferos.
Intereses insospechados para nuestro organismo
Comer insectos no es peligroso, no es muy sabroso, pero es completamente inofensivo. Esta práctica sería incluso aconsejable, ya que estos «alimentos» son muy bajos en grasas diversas pero muy ricos en proteínas, minerales y otros oligoelementos. Para los más delicados, que estarían disgustados por esta perspectiva, sepan que según el jefe del departamento de entomología de la Universidad holandesa de Wageningen, ya consumiríamos sin saberlo al menos 500 g de diversos insectos por año. ¿Cómo es posible? Simplemente porque algunas de las verduras y frutas utilizadas en la industria alimentaria están contaminadas con plagas. Como resultado, comemos sopas, mermeladas, compotas o jugos de fruta con sabor a insectos…
Empresas de nueva creación
En respuesta a la necesidad de variar nuestra dieta y cambiar nuestros hábitos, se están creando muchas empresas, todavía pioneras en este campo, en Europa. Algunos, como Bugs, decidieron hacer desaparecer los bichos y transformarlos en barras de proteína, hamburguesas, surimi o nuggets. Otros, como «Insectos comestibles», venden insectos enteros empaquetados en pequeños paquetes o fundidos en caramelos en Internet.
¡Puedes tener un pequeño chupetín de escorpión!
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