Como y cuanto regar
Cómo cultivarlo y cuidarlo
Un suelo con un pH de alrededor de 7, por lo tanto no ácido y bien drenado, es el mejor sustrato para el cultivo de alfalfa. La siembra generalmente se realiza en primavera, pero también se puede realizar a fines de agosto o principios de septiembre, para permitir que las plantas jóvenes desarrollen el sistema radicular que les permitirá acumular reservas para sobrevivir al invierno. Las semillas son muy pequeñas y antes de sembrar conviene arar el suelo en profundidad, hasta unos 40 centímetros, aunque la semilla deba ser enterrada un máximo de un centímetro. La alfalfa está disponible en muchas variedades: esto ofrece la posibilidad de elegir la mejor para su tierra. Por ejemplo, algunas variedades se denominan latentes por su peculiaridad de entrar en la fase de reposo durante el invierno y resistirlo mejor.
Como y cuando fertilizar
Antes incluso de preocuparse por la fertilización de la alfalfa, hay que tener en cuenta que la planta necesita buenas cantidades de potasio y fósforo. Por lo tanto, estas sustancias deben estar presentes en dosis suficientes en el suelo, para asegurar un crecimiento exuberante de las plantas. Es el caso de abonar el suelo antes de la siembra, pero mejor aún si se hace incluso antes del arado, para que las raíces se adentren en la nutrición necesaria para un desarrollo robusto de la planta. No se debe administrar el fertilizante en forma de alcantarillado de cobertura, para no favorecer el crecimiento de malezas. Después de la cosecha de alfalfa, y durante el posterior reinicio vegetativo, es aconsejable administrar una dosis ligera de nitrógeno, alrededor de 20 a 30 kilogramos por hectárea.