Aprende a preparar la mezcla de Burdeos

Sirope-Bordalesa

Una de las formas más antiguas de prevenir el ataque de hongos y bacterias en las plantas, la mezcla de Burdeos recibe su nombre porque se creó en Burdeos, una región de Francia famosa por su producción de vino.

Los agricultores rociaron las vides con una mezcla de lima y cobre para amargar las uvas y evitar que se roben la fruta.

En 1882, un botánico que visitaba las bodegas descubrió que este tratamiento antirrobo también protegía a las cepas de las enfermedades y perfeccionaba la fórmula de la mezcla de Burdeos, hoy conocida en todo el mundo.

Los dos ingredientes principales, la cal viva y el sulfato de cobre, se encuentran en las granjas, que también venden la mezcla de Burdeos industrializada ya preparada.

Si quieres prepararlo en casa, coge un bol de plástico o vidrio (¡no puede ser de metal!) Y diluye en él 25 gramos de cal viva en 1,2 litros de agua. Revuelva bien durante unos 20 minutos, hasta que toda la lima se haya disuelto y reserve.

En un paño de cocina, envuelva 25 gramos de sulfato de cobre y haga un pequeño paquete. Sumerja el paquete bien cerrado en otro recipiente de plástico o vidrio con 1,2 litros de agua tibia. Espere hasta que todo el polvo azul se haya disuelto, lo que demora unos 20 minutos.

Tome el mismo paño que usó para diluir el sulfato de cobre y extiéndalo por todo el recipiente de cal viva. Funcionará como un colador, reteniendo los granos sin diluir (obstruyen la botella rociadora).

Burdeos

Vierta el sirope de sulfato de cobre sobre el “tamiz” de tela, mezclándolo bien con el sirope de lima. ¡Listo! Antes de usar, pruébelo: deje caer una gota de la mezcla de Burdeos sobre una superficie metálica.

Si se oxida, el almíbar es ácido y necesita más lima. Haz la corrección añadiendo cal poco a poco, probando siempre en el metal antes de usar. Esta receta rinde 2,5 litros de mezcla de Burdeos; si no la usa toda de una vez, evite almacenarla por más de tres días porque se oxida y pierde su efecto.

Rocíe todas las partes de las plantas, excepto las flores, una vez a la semana, siempre durante las horas de sol, temprano en la mañana o al final del día. Esto reduce el ataque de hongos y bacterias y también evita una mayor contaminación.

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