También llamada zebra felandra y golden ear, estas plantas florecen en arbustos en primavera y verano. Son llamativas espigas de flores que crecen hasta un máximo de 30 cm y florecen en primavera y verano.
Las Afelandras son flores a las que les gusta un poco de sombra, no se adaptan fácilmente a lugares con excesiva luz. Estas flores viven mejor en regiones donde el aire es húmedo y duran mucho tiempo cuando se riegan con regularidad.
Dos veces por semana es suficiente. Su follaje brillante es muy vistoso, mostrando exuberancia en los arreglos florales. Por eso dicen que estas flores provocan el amor a primera vista. Bien cuidados, son preciosos todo el año.
Afelandra forma parte de esas plantas que siempre provocan amor. Y nada menos. Su follaje, siempre intenso, es muy bello durante todo el año y, en condiciones de luz adecuadas, aún produce delicadas flores de colores deslumbrantes.
Puede crecer un máximo de 30 cm y es realmente magnífico como decoración de interiores, decorando nuestros hogares, aportándonos también sensaciones de bienestar a la vez que ilumina el entorno. Son flores de Brasil, Colombia, México y otros países centroamericanos, criadas en cautiverio desde 1860.
Hay tres tipos: el coral felandra, el amarillo felandra y el rojo felandra. Las flores están indicadas como regalos para momentos de alegría como la recepción de personas lejanas. También son flores adecuadas para encuentros románticos y reencuentros matrimoniales.
El detalle sabio de la naturaleza
No todas las flores son alimento para los colibríes. Las Afelandras pertenecen al grupo de flores que sirven para alimentar a estas aves, pues tienen néctar diluido en una concentración de más de 20.
Hay una leyenda indígena que dice que una primavera, en una fiesta organizada para las más diversas aves, los picaflores, a escondidas, tomaron todos los manjares más dulces y comieron, sin dejar nada para los demás pajaritos.
Pero fueron tomados por sorpresa y castigados de la siguiente manera para que todos los dulces, uno por uno, tuvieran que ser reemplazados. Así, cumpliendo su castigo, siguen volando apresuradamente, sin detenerse, hasta el día de hoy, en busca del néctar contenido en las flores de Afelandra.