Hay quienes afirman que la rosa fue la primera flor “domesticada” de la humanidad, aunque no existen informes precisos que apoyen esta afirmación. Para muchos, la rosa es sinónimo de flor cortada, un verdadero regalo en efemérides personales y el orgullo de quienes tienen una hermosa y exuberante rosa en su jardín.
A muchos amantes de la jardinería les gustaría saber cómo cultivar rosas, pero no se atreven a imaginar que es un esfuerzo hercúleo cuidar adecuadamente las flores.
Como todo lo que involucra la jardinería, cultivar rosas es una combinación de trabajo dedicado, conocimiento específico y amor por lo que haces.
Todo comienza con la preparación del suelo. El sustrato debe tener muy buena capacidad de drenaje para que el agua no inunde el sustrato. El suelo debe ser rico en materia orgánica procedente de estiércol animal bien curtido y suplementos de buena variedad, como harina de huesos, y con un pH neutro o ligeramente ácido.
Compre plántulas de rosal en lugares confiables y elija la que mejor se adapte a lo que desea de las rosas en el jardín. Hay rosales que crecen en enredaderas, arbustos y enredaderas.
El espacio entre las plántulas debe ser amplio para que las rosas puedan prosperar y florecer sin competir por el espacio. Las rosas que crecen en arbustos y enredaderas piden al menos un metro de distancia entre las plántulas; las otras especies pueden estar entre 50 centímetros y un metro de distancia entre sí.
Las rosas necesitan pleno sol para florecer mejor, así que no descuides el entorno en el que la planta plantará sus raíces. La mejor época del año para plantar plántulas de rosas es la época más fría del otoño, para que el despiadado sol de verano no las mate.
El riego al principio debe ser diario pero sin exagerar hasta que las raíces crezcan. El espaciamiento de los rosales dependerá del clima: en tiempo seco, regar dos veces por semana; por otro lado, cuando la humedad relativa es alta, simplemente moje la tierra una vez a la semana.
Para saber cuándo regar, mire el sustrato: debe estar seco pero no quemado.
La poda de la rosa es de vital importancia para su desarrollo. Utilice siempre tijeras de podar esterilizadas y muy afiladas, cortando las ramas secas o no productivas en diagonal cerca del tallo principal.
La poda se realiza todos los años entre junio y agosto, pleno invierno. El primer refuerzo en la fertilización se realiza junto con la poda anual y se repite al menos dos veces más: en pleno verano y justo antes del comienzo del otoño.
Continúe usando estiércol animal curtido e incorpore el pastel de ricino y la harina de huesos a la mezcla.
Existen al menos cien especies de rosas ( Rosa spp ), y entre ellas existen numerosas subdivisiones que surgen principalmente del hibridismo resultante del injerto.
Sin embargo, las principales características de la flor permanecieron intactas: la suavidad y el color de sus pétalos y el fuerte perfume que atrae al mayor número de polinizadores entre todas las flores, incluidos insectos y pájaros.
Miles de años de cultivo de la rosa como flor cortada dejaron como legado muchas puntas preciosas. Para saber cuidar las rosas es necesario prestar atención a sus requerimientos, que no son muchos, pero son vitales para la floración y belleza de la rosa.
Suelo, fertilización e irrigación
La rosa tiene raíces que se adaptan a diferentes tipos de suelo, pero prefiere plantarla en un suelo arcilloso que esté debidamente esponjado y permita un buen drenaje. El pH ideal del suelo es neutro, entre 6,5 y 7; las tiendas de jardinería venden kits para medir los niveles de acidez y alcalinidad.
Si el suelo es ácido, aumente el pH con piedra caliza; si es alcalino, reducirlo con sulfato de hierro.
Tenga cuidado al reforzar la fertilización del suelo. Prefiera fertilizantes orgánicos bien curtidos de compost bien hecho, además del uso de harina de huesos. No use demasiado fertilizante orgánico o fertilizantes químicos sin supervisión, de lo contrario las raíces de rosa se quemarán.
La rosa requiere pleno sol y no se puede plantar ni almacenar (si la flor está en un jarrón) en lugares oscuros y muy sombreados. La rosa prefiere temperaturas suaves.
Al regar la rosa, solo mojar el sustrato, teniendo cuidado de no mojar la tierra ni dejar el tallo y las hojas mojadas.
Cuidado con plagas, enfermedades e insectos
El cuidado con los riegos antes mencionados previene la proliferación de hongos dañinos para la vida de la rosa. Si la rosa ya está siendo atacada por hongos, como la herrumbre y la mancha negra, utilice fungicidas específicos y siempre recomendados por profesionales.
Las plagas más comunes de las rosas son el ácaro, el pulgón y la cochinilla. Existen insecticidas que pueden encargarse de estos parásitos, pero ten cuidado de no usar los mismos productos una y otra vez, para que no adquieran resistencia a ellos. Use alternativas menos tóxicas tanto para las rosas como para los humanos, como el jarabe de tabaco.
Poda La
poda de la Formación se realiza anualmente y siempre en invierno. Su principal objetivo es hacer la rosa más productiva, eliminando las ramas enfermas, débiles y sin los brotes para la formación de la rosa.
Las ramas deben podarse con tijeras de podar limpias y desinfectadas, muy afiladas para que no se dañe el sistema vascular de la rosa, que transporta la savia.
El corte debe hacerse siempre en diagonal, lo que permite una mejor aireación y crecimiento del rosal.
La poda de mantenimiento se realiza sin una periodicidad definida, ya que depende de la observación continua del estado de la rosa en su conjunto.
Las hojas y flores visiblemente enfermas y marchitas deben podarse, y esta poda debe hacerse siempre desde la yema o nudo, para que no haya infestación de toda la planta.
Las tijeras de podar deben estar muy afiladas y limpias y el corte debe hacerse en diagonal y en sentido contrario al nudo, para que no se acumulen las gotas de lluvia o de riego.
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