Quienes cultivan plantas con flores están ansiosos por ver la temporada de floración para que la especie tenga un jardín lleno de colores y aromas.
Es una pena que a veces los jardineros solo estén de humor. Incluso con luz y riego adecuados, algunas plantas simplemente no encuentran la fuerza para desarrollarse y dan lugar a hermosas flores. El problema, casi siempre, es la falta de fertilizante.
Afortunadamente, hoy en día el mercado ofrece soluciones muy eficaces y rápidas para este tipo de impasse. Gracias a versiones especiales de fertilizantes minerales, el famoso NPK puede ver las flores brotar en el jardín a los pocos días de aplicar los productos.
Para aquellos casos en los que la especie parece débil y no florece en el momento en que debería, se recomienda el NPK 10-14-10 de liberación controlada. Viene en forma granulada y libera nutrientes poco a poco, con agua de riego, sin peligro de dañar la planta,
El consejo es depositar los granos en el suelo, alrededor de la planta, e irrigar el espacio inmediatamente después. Dentro de una semana, aparecen los primeros botones.
La dosificación varía según el fabricante y se especifica en el paquete de fertilizante, que se utiliza tanto para los ejemplares cultivados en maceta como para los de lecho. Dependiendo del producto, el efecto dura de tres a seis meses, cuando se debe repetir la fertilización.
Si tiene prisa, apueste por los fertilizantes de formulación 4-14-8, que deben volver a aplicarse cada 15 días. Este tipo de fertilizante se puede encontrar en forma líquida, utilizado mezclado con agua de riego, o en polvo, que se puede diluir con agua o aplicar sobre el sustrato.
Como van directamente al sistema vascular de las plantas, actúan incluso más rápidamente que los fertilizantes de liberación controlada. El problema es que, si la mano no está bien, el follaje puede quemarse y, en casos más extremos, la especie muere.
Alternativas orgánicas
En lugar de utilizar productos minerales, que están industrializados, algunas personas prefieren recurrir a fertilizantes orgánicos, de origen natural: se trata de materiales como el humus de lombriz y el estiércol de corral, que además de ser ricos en nutrientes, mejoran la estructura de el suelo, proporcionando buenas condiciones para el desarrollo del sistema radicular de la planta.
Para floríferas cultivadas en macetas de 1 litro, por ejemplo, se recomienda combinar una cucharada de harina de huesos, una cucharada de ceniza de árbol y 100 ml de humus.
En las camas, utilice 4 kg de arena para aves de corral, una mezcla de estiércol de pollo y aserrín de los corrales de cría de aves de corral, por m² de terreno. La sustancia es rica en fósforo, calcio y potasio. En contenedores o directamente en el suelo del jardín, los reemplazos de nutrientes deben realizarse cada seis meses.
Los fertilizantes como el estiércol de granero, el humus de lombriz de tierra o la arena para aves de corral no presentan ningún riesgo de sobredosis o la posibilidad de quemar las hojas de la especie. Sin embargo, su efecto tarda un poco más en aparecer en comparación con el NPK: en general, la planta vuelve a florecer en uno o dos meses.
Procedimiento de rutina
Como siempre es mejor prevenir que curar, es importante tener en cuenta que la fertilización debe realizarse de forma rutinaria desde el inicio del cultivo de flores, y no solo cuando la especie presenta síntomas de deficiencia nutricional.
Por eso, considera los fertilizantes minerales u orgánicos como aliados en las labores de jardinería y utilízalos siempre. Puedes estar seguro: cuando sea el momento adecuado, las flores no te defraudarán.
Entendiendo NPK
El acrónimo NPK, usado para designar fertilizantes minerales, corresponde a los elementos nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K). En los paquetes de fertilizantes, siempre va seguido de tres números que indican el porcentaje de cada elemento en la composición del fertilizante.
NPK 4-14-8, por ejemplo, indica que en el producto hay 4% de nitrógeno, 14% de fósforo y 8% de potasio, siendo el 74% restante material de relleno.
Los valores cambian porque cada uno de los nutrientes tiene una función diferente y deben usarse en cantidades mayores o menores según las necesidades de la especie.
Las formulaciones ricas en fósforo (NPK 4-14-8 y NPK 10-14-10) son las más adecuadas para plantas con flores, ya que este elemento favorece la floración y fructificación.
El nitrógeno, a su vez, estimula el crecimiento de brotes y hojas, y el potasio fortalece los tejidos de las plantas.
También es común que, además del fósforo, nitrógeno y potasio, llamados macronutrientes, las fórmulas incluyan micronutrientes -elementos como boro, calcio, cobre, azufre, hierro y zinc- que las plantas necesitan en menores cantidades.
Contribuyen a floraciones más exuberantes y aumentan la resistencia de la planta a plagas y enfermedades.
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