Originaria de Brasil, la hierba de maní es ideal para jardines y macizos de flores porque sus hojas de color verde oscuro, de unos 20 cm de largo, y sus flores amarillas crean una hermosa ropa de cama. Como tal, se ve ampliamente en proyectos de paisajismo.
Más que arreglar su jardín con pequeñas flores amarillas, el pasto de maní es un forraje muy buscado. Primero, porque ahorra tiempo, ya que no requiere podas periódicas como otros tipos de césped. Segundo, porque es excelente para combatir la erosión y “retener” el suelo, especialmente en terrenos con muchas pendientes.
Por si estas dos cualidades no fueran suficientes, esta especie crece muy rápido: desde la semilla hasta la cobertura total de un pequeño jardín, el pasto de maní no necesita más de tres meses.
La importancia del pasto de maní
Los beneficios de esta especie van mucho más allá de los descritos hasta ahora. Se trata de un cultivo importante para la agroindustria, una excelente solución para la fijación de nitrógeno en suelos pobres en nutrientes, ya que sus raíces son capaces de retener este elemento químico durante largos períodos.
Llamado abono verde, la técnica de plantar especies que almacenan nitrógeno en el suelo beneficia cualquier tipo de producción, ya sea de una gran finca o de nuestro modesto patio trasero.
El ganado también aprovecha los poderes del pasto de maní, ya que es un forraje de bajo costo rico en proteínas, una fuente de alimento segura para el ganado, especialmente el ganado criado en pastos deficientes en nutrientes. Solo en Acre, hay 115 mil hectáreas de pastos que utilizan pasto de maní en rotación con otros cultivos de cobertura.
A la hierba de maní le gusta mucho el sol y la tierra húmeda.
Como un bien brasileño, esta planta aprecia el sol y el agua, y debe regarse cada dos días. La siembra debe realizarse preferentemente entre septiembre y enero, meses de mayor precipitación, lo que ayuda a que las plántulas echen raíces con mayor facilidad.
Use una mezcla de mantillo y abono en partes iguales; si prefiere usar semillas, afloje bien la tierra antes de plantar. También se puede propagar a partir de estolones, unos “tallos” rastreros que salen de la planta madre y luego echan raíces, generando otra plántula. Para separar a madre e hija, basta con cortar el “cordón umbilical” que las une.
El pasto de maní tolera la sequía y el anegamiento, pero no resiste las heladas ni los pisotones. Por tanto, prefiera utilizarlo como forro de jarrones o en zonas de poco paso. Si refuerza el cuidado adoptando un letrero de «no pisar el césped», las flores siempre estarán decorando su césped.