El hecho alarmante es que los productos de consumo diario ya no tienen sabor. Un fin de semana en una granja en el campo es suficiente para darse cuenta de la diferencia de calidad de los productos probados. ¿Cómo llegamos aquí? ¿Qué podemos hacer para encontrar productos sabrosos en este mundo donde la industrialización masiva y la estandarización reinan de manera suprema? Intentemos descifrar este fenómeno…
La extraña inclinación de los valores
Los últimos sesenta años han estado marcados por una nueva forma de consumir: la belleza ha reemplazado gradualmente al sabor. Las frutas y verduras brillantes y de forma perfecta se preferían a las antiguas variedades. Estos hermosos productos de trampantojo, desarrollados por la industria alimentaria, crearon la ilusión de que podían interferir fácilmente con nuestros hábitos alimenticios. Dos generaciones después, el consumo de estos productos insípidos y sin textura ya no sorprende a nadie por no poder comparar. Afortunadamente, algunos pequeños productores militantes, pero también algunos grandes chefs están dando la alarma. La conciencia está empezando a amanecer: ¡ya era hora!
Efectos nocivos
Además de la pérdida del sabor, que es ciertamente perjudicial, los métodos de cultivo industrial plantean muchos problemas. El uso masivo de pesticidas, frutas y verduras que crecen en el suelo bajo luz artificial y rellenas de fertilizantes son nuestro lote diario. (Las verduras genéticamente modificadas como tales no están permitidas en la alimentación humana. Sólo se permiten los productos derivados de la soja, el maíz y la colza). Las repercusiones en la salud no son insignificantes, tanto más cuanto que varios estudios han puesto de relieve la peligrosidad de esas prácticas. En cuanto a la nutrición, se dice que las frutas y verduras que se consumen han perdido densidad, sobre todo en cuanto a vitaminas y oligoelementos esenciales para nuestro cuerpo.
Desde los años 50, los investigadores han estado midiendo este contenido nutricional y la conclusión es irrefutable: para obtener la misma cantidad de vitamina A que en un melocotón de esa época, ¡tendrías que comer 26 de ellas hoy en día! Un estudio canadiense que hizo mucho ruido en 2002 se publicó en el mayor diario del país. Se examinó el contenido vitamínico de 25 frutas y verduras seleccionadas. Los resultados indican que el 80% de los vegetales analizados tenían un contenido de calcio y hierro peligrosamente reducido. El ejemplo de la papa es sorprendente ya que perdió el 100% de su vitamina A, la mitad de su contenido de vitamina C y hierro, y ¼ de su calcio. Sabiendo que estos elementos tienen una gran influencia en el buen funcionamiento de la renovación celular y el sistema inmunológico, este hallazgo es más que preocupante. En 2007, un informe del Instituto de Vigilancia Mundial confirmará esta tesis tan discutida en su momento.
Causas y remedios
Como hemos visto, las frutas y verduras de hoy en día crecen en condiciones no naturales. Los fertilizantes impulsan el crecimiento y reducen el tiempo que los elementos tardan en fijarse y transformarse químicamente. Los suelos se empobrecen cada vez más por estas condiciones de crecimiento… ¡cuando todavía hay suelo! Las frutas y verduras que crecen bajo luz artificial sin haber visto nunca el sol son incapaces de procesar los azúcares, lo que da lugar a una pérdida de sabor, agravada por los tratamientos de conservación y los tiempos de transporte y almacenamiento. Al llegar, la fruta y las verduras ofrecen a la vista sobres hermosos pero muy vacíos…
Existen soluciones para cambiar los hábitos, como recurrir a una agricultura orgánica más respetuosa con el medio ambiente, con el ciclo de las estaciones y más cercana a lo que hacían nuestros bisabuelos en sus campos. No duden en buscar en los mercados y empujar las puertas de las granjas de su región para encontrar pequeños y apasionados productores. Finalmente, los más valientes y afortunados propietarios de un jardín podrán cultivar su huerto a su antojo: ¡los nuevos sabores les harán olvidar rápidamente el trabajo que han hecho!
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